jueves, 16 de agosto de 2012

Sobre el camino del desprendimiento


En Astorga, a 16 de Agosto de 2012


El Camino de Santiago es un camino de desprendimiento completamente ajeno a la gravedad natural del día a día. Aunque aparentemente llevo más peso sobre los hombros, me siento ligero como si con cada paso estuviese dejando atrás alguno de esos lastres ocultos que arrastro sin apenas percatarme.

A veces, al lado del camino, encuentras pequeños montículos de piedras apiladas que no parecen responder a ningún orden establecido. Se levantan como altares improvisados que parecen recibirte tras permanecer impasibles después de una larga espera. Me pregunto si esas piedras no serán lastres abandonados, historias perdidas o acaso páginas pasadas que ni siquiera llegaron a historias. Lo cierto es que ahí quedaron como el testimonio inerte de alguien que pasó, huellas congeladas del enorme reguero de buscadores que vienen recorriendo desde hace siglos este maravilloso camino del viento y las estrellas.

Yo, aun aferrándome al suelo en cada pisada, me siento ligero como un globo a punto de soltarse y despegar. Esta locura me confronta continuamente conmigo mismo, me pregunta, me interroga y me exige respuestas, y ese incómodo pero inevitable encuentro con mi otro lado acaba resultando explosivo, liberador, quizás el más importante de todos cuantos he vivido en este largo caminar.

Hoy tengo muchas más preguntas que respuestas pero si algo tengo claro, después de todo lo andado, es precisamente lo mucho que aun me queda por recorrer, así que, aunque no encuentre, continuaré caminando. Ya dejé atrás las eternas llanuras castellanas y los montes de León se alzan en el horizonte, apenas a un suspiro. Allí, a las puertas del Bierzo, esperan la subida al Irago y la Cruz de Ferro. Después Pons Ferrata, Villafranca del Bierzo, Vega de Valcarce y justo detrás, como un faro encendido en la oscuridad de la noche, Galicia.

1 comentario:

Julia dijo...

Magico. Un abrazo, companero...