miércoles, 20 de agosto de 2008

DE ÉFESO Atrnj

s que ya fueron reconocidas por los romanos quienes construyeron sobre estas balsas la gran ciudad-balneario de Hsintiendo bajo mis pies las caricias del agua que se deslizaba pausadamente desde arriba, cayendo de balsa en balsa hasta acabar formando un gigante castillo de copas de cristal. Cada rayo de luz se multiplicaba en pgar extraño, ilusorio pero poderosamente bello y es que, a veces, lugares que parecen elegidos para un destierro acaban volviéndose inolvidables para los ojos del que los visita.Nuestra siguiente paradosotros supuso el primer contacto con el anonimato, la soledad y la tranquilidad. Aquí no le importábamos a nadie mas allá de nuestra vestimenta o ese aire despistado que siempre acompaña a una mochila. En Konya muy poca gente habla inglés.
La otogar se encuentra a catorce kilómetros del centro y la guía no ofrecía mucha información sobre como llegar hasta allí así que nada mas entrar en la sala principal de la estación nos dirigimos al puesto de policía para tratar de conseguir intodo el mundo nos observaba a nuestro paso. Nos ayudaron a comprar el billete y no se fueron hasta que el tranvía comenzó a andar. Creo que debió ser lo mas gracioso que les había pasado en mucho tiempo…
La principal razón para ir a Konya, tanto para los musulmanes como para los no creyentes, es la visita del sepulcro de Mevlana, donde se encuentra la antigua morada de los derviches giróvagos. Celaleddın Rumı, conocido como Mevlana (Nuestro Guía) es uno de los grandes filósofos místicos de la historia; su poesía y sus textos religiosos se encuentran entre los mas respetados del mundo islámico y sus seguidores se cuentan por millones. Su hijo, el sultán Veled, fue el fundador de la hermandad Mevleni o logia de los derviches giróvagos. Las ordenes derviches ejercieron una considerable influencia conservadora en la vida política, social y económica del país; de hecho, muchos de los sultanes otomanos fueron sufíes Mevleni. Aunque Ataturk los prohibió en 1925, los derviches siguen siendo hoy una de las señas de identidad del país y la tumba de Mevlana uno de los lugares mas sagrados del Islam.
Tras nuestra breve estancia en Konya alcanzamos por fin la Capadoccia, uno de las paradas obligatorias de todo viaje por Turquía. Tras cambiar de autobús en Nevçehır llegamos a Göreme, centro de la región, donde conseguimos alojarnos en un lugar de ensueño, el motel Arıf. Göreme se emplaza entre altas chimeneas de hadas y majestuosos paneles de piedra, con los valles de la Rosa, la Miel y la Paloma como telón de fondo. El lugar es increíble y los paisajes únicos pero la decepción que sentí fue descomunal. Ordas de turistas aparecían por doquier, empujando, gritando, incomodando, siguiendo a su pastor como un rebaño de ovejas. Sencillamente insoportable. En cada viaje me siento más lejos de este modelo de turismo masivo e invasor capaz de destrozar los paisajes más bellos. Para mí, lo mejor de Capadoccia fue la terraza del Arif, un reducto de paz que jamás olvidaré. Desde allí divisé atardeceres maravillosos y pasé horas tranquilas de lectura y silencio. Allí pude disfrutar, aunque fuera en la distancia, del maravilloso placer de observar.

jueves, 14 de agosto de 2008

Efes



En Konya, a 13 de Agosto de 2.008


Cuando salimos de la Yellow Rose, la pensión en la que nos alojamos en Çanakkale, estábamos convencidos de que la próxima parada iba a ser Bozcaada, una isla del Egeo muy próxima a la costa. Sin embargo, antes de partir, pasamos por la oficina de información turística donde nos hablaron, en su afán de agradar, de las delicias que la ciudad tenia preparadas para el turista (hoteles, restaurantes, viajes organizados...) sin saber que aquello era precisamente de lo que nosotros estábamos huyendo. Acto seguido, sobre el mismo mostrador de la empresa de autobuses, cambiamos Geyikli por Selçuk y dirigimos nuestros pasos hacia el sur de la costa jónica, posiblemente la zona de Turquía con mas yacimientos por kilómetro cuadrado, un lugar donde la historia se vive, se palpa e incluso se escucha.
A Selçuk llegamos al atardecer, cuando ya empezaban a recoger los puestos del mercado cercano a la estación. El primer hostal que visitamos no nos gustó así que decidimos alejarnos del centro hasta una zona donde sabíamos que podríamos encontrar algo. Los dos siguientes estaban llenos y la noche ya se había cerrado. Al final, Osman, el propietario del hotel Nazar, nos prometió una habitación para el día siguiente y consiguió que un amigo nos alojara en su pensión. Al poco llego Adnan en un Fiat ranchera al que nada le funcionaba bien pero cuyo motor aguantó lo suficiente como para acercarnos hasta nuestro nuevo alojamiento La pensión Barim, con sus luces de colores y su balcón lleno de banderas y adornos de forja hechos por el propio Adnan, puede resultar un poco chocante por fuera pero cuando entras dentro te encuentras con una casa antigua, de gruesos muros de piedra, donde la hospitalidad rezuma desde sus 140 años de historia. La familia era encantadora y el ambiente relajado y tranquilo, tanto que pronto nos sentimos allí como en casa. La habitación, modesta pero muy acogedora, lucia fotos de Ataturk en las paredes y se encontraba en un lugar apartado del edificio. Pronto descubrimos que Adnan y su familia nos habían dejado la habitación de los niños para que pasáramos allí la noche. Nos prepararon la cena con la comida que les quedaba y en su patio de estilo turco vivimos un momento inolvidable que sirvió de broche a un largo día de ruta. Por la mañana volvimos al Nazar y una vez instalados nos dispusimos a visitar la ciudad.
Sobre la colina de Ayasuluk se encuentra la ciudadela, que preside todo el horizonte, y un poco mas abajo, los restos de la basílica de San Juan levantada por el emperador Justiniano en el siglo VI d.c. Fue aqui, sobre esa colina, donde el cuarto evangelista escribió, durante su segunda estancia en Efeso, su particular visión sobre la vida y muerte de Jesucristo. Antes ya había vivido un tiempo aquí junto a la Virgen María, entre los anos 37 y 48, y la creencia popular sitúa sus restos en la misma colina sobre la que escribió sus eternas palabras. Efeso era por aquel entonces una prospera ciudad comercial y también un lugar de encuentro, comunión y convivencia pacifica entre distintas culturas y religiones. La ciudad clásica mejor conservada del Mediterráneo oriental, la antigua Efes, fue un centro de culto a Cibeles, la diosa anatolia de la fertilidad. Bajo la influencia de los jonios, Cibeles se convirtió en Artemisa, la diosa virgen de la caza y la luna, en cuyo honor se construyo un maravilloso templo. Cuando los romanos tomaron el poder y formaron la provincia de Asia, Artemisa paso a ser Diana y Efeso se convirtió en capital provincial romana. Nosotros tuvimos la fortuna de pasear por lo que queda de ella a ultima hora de la tarde, cuando el sol es mas clemente y la luz se vuelve mas densa y bella. Resulta imposible pasear por la Via Sacra o la Via de los Curetes sin imaginarse el trasiego de una ciudad en ebullición, el ruido de los carros o los pasos de la gente. La biblioteca, el ágora o la basílica son una muestra mas de la grandeza de Efes, pero si algo me impresiono poderosamente fue su gran teatro, una construcción absolutamente perfecta capaz de albergar a 25,000 personas y cuya acústica sigue siendo sorprendente hoy en día.
Efeso comenzó su decadencia a medida que el mar se fue alejando y aquella marea sin retorno fue consumiendo el esplendor de tiempos pasados hasta apagarlo como una vela en la noche. Hoy, sobre los lomos del monte Pion, apenas queda el esbozo de lo que fue una gran ciudad pero para los ojos de la imaginación, para la mirada atenta, ese apunte es mas que suficiente, porque, como dice Galeano, en lo poco que esta, esta todo lo que estuvo, y ante esas piedras solo basta querer para escuchar, aprender y volar.

lunes, 11 de agosto de 2008

TRUVA


En Selçuk, a 10 de Agosto de 2.008


Priam era el rey de la rica y próspera ciudad de Troya. La estratégica situación de la que gozaba la ciudad la había convertido en una de las posiciones mas codiciadas por las colonias vecinas. Paris, el hijo de Priam, fue requerido como juez por el dios Zeus para elegir entre Afrodita, Hera y Atenea a la diosa mas bella. Cada una de ellas le prometió un presente a Paris si era elegida: Hera le ofreció ser Señor de Europa y Asia; Atenea, la victoria contra los aqueos; y Afrodita, a Helena, la mujer mas bella del Mundo y también la esposa de Menelao, rey de Esparta. Cuando Paris vio a Helena quedó perdidamente enamorado de ella y sin mediar palabra la raptó y se la llevo con él a Troya. Menelao, convencido de que Helena había sido abducida por Paris, pidió ayuda a los aqueos e inicio una épica guerra que duró mas de diez años.

A lo largo de este tiempo se libraron duras batallas en las que participaron algunos de los mas famosos guerreros. Hector, hijo de Priam y hermano de Paris, mató a Patroclo; Aquiles, que hubiera resultado invencible de no ser por su talón, mató a Hector; y Paris acabó con la vida de Aquiles.

Las murallas de Troya resultaron infranqueables y la guerra se alargó sin resultado alguno. Los aqueos sabían que la conquista de la ciudad pasaba por una estrategia inteligente y fue entonces cuando tramaron su astuto y conocido plan. Simularon su retirada dejando tras de si un gigantesco caballo de madera que los troyanos aceptaron creyendo que se trataba de una ofrenda a los dioses. Sin embargo, ese caballo encerraba en su seno la trampa que daría fin a la contienda. Por la noche, los guerreros aqueos escondidos en el interior del caballo salieron y abrieron las puertas de la ciudad. Troya caía pero no así su leyenda que miles de años después sigue siendo una fértil fuente de inspiración para bardos, poetas e incansables viajeros."

sábado, 9 de agosto de 2008

Istambul




El Simbad Hostel sigue conservando ese aire pesado, oscuro y decadente que tanto me embaucó la primera vez que me alojé en él. La entrada por el callejón de adoquines, el toldo carcomido por el tiempo y la sonrisa de un personal siempre atento, te dan la bienvenida nada mas cruzar el umbral de la puerta. Las escaleras se retuercen entre los escasos rayos de luz que consiguen colarse por las ventanas y el olor a mueble antiguo, a madera vieja, se adueña de los espacios, de todos los sentidos. El suelo está tan desgastado que de la superficie suave y pulida de antaño, solo quedan unas manchas tenues que se agarran a la suela del zapato como si fueran papel de lija. Los baños compartidos son como un puzzle de azulejos diversos y en nuestra modesta habitación, con vistas al patio interior, apenas queda sitio para volverse del revés. Desde el primer piso la escalera pierde el pasamanos mientras su zócalo marrón, de acabado perfecto, dibuja la espiral que termina en la terraza, el lugar mas auténtico del Simbad y el que mas recuerdos evoca en mi. En ese lugar se dio la vuelta uno de mis primeros viajes y en el mismo sitio, bajo las mismas estrellas, comienza años mas tarde esta nueva empresa. El primer paseo por Estambul fue descongelando los recuerdos que la nostalgia había dejado intactos durante este tiempo, recuerdos que como pompas de jabón iban saltando desordenadamente hasta desvanecerse en la nueva realidad. Poco a poco, con cada uno de ellos, se fue haciendo fuerte en mi una sensación extraña, irreal y desconcertante como el despertar en medio del sueño. Me miraba y mi realidad parecía ajena, me observaba y no me reconocía, caminaba y aunque pareciera que esos pasos los daba el mismo, ese mismo ya no era el mismo. Volver sobre tus pasos no significa repetir sino mas bien reinventar, superponerte sobre aquel tiempo que fue. Y es precisamente ahí, sobre esa desenfocada simetría, donde Peter Pan comienza su lucha contra el reloj.

domingo, 13 de julio de 2008

Se abre una nueva ventana


A room with a view...